Citlalli López Velázquez 

La canícula amenaza los cultivos en el Istmo de Tehuantepec. La falta de lluvia obligaría a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) a establecer un “riego de auxilio” a través de la presa Benito Juárez.

El planteamiento será analizado al interior del Comité Hidráulico que sesionará el próximo 7 de agosto con quienes integran los distritos de riego, en total 12 módulos que representan a 8 mil usuarios de 11 municipios.

Fue en mayo cuando la presa, actualmente a un 60 por ciento de su almacenamiento, fue cerrada conforme lo establecido al ciclo agrícola octubre 2017 mayo 2018. El agua aún almacenada será para garantizar el ciclo que iniciaría el 1 de octubre de 2018.

Sin embargo, los campesinos que sembraron esperando el temporal de lluvias mismas que se mantienen ausentes por la canícula, pidieron a la Conagua abrir de nueva cuenta la presa para salvar sus cultivos.

El jefe del distrito de riego 019 de Tehuantepec de la Conagua, Arnulfo Ramírez Rojas indicó que lo anterior será analizado ya que hacerlo implica pérdida de agua en el camino que debe recorrer para llegar a la superficie que lo requiere, calculada en un 10 por ciento del total alrededor de mil 200 hectáreas de maíz y sorgo de los municipios de Tehuantepec, Mixtequilla y San Blas.

“Nos llevaría a perder mucha agua. Eso en la lógica esta muy claro. En la práctica y necesidad del usuario, aunque sean cien gentes, representa pérdida de inversión”, expuso.

De acuerdo con los pronósticos la canícula se debe terminar el 22 de agosto, lapso que no resistirían las siembras de temporal, sin embargo -abundó- sacar agua antes de tiempo pondría en riesgo el siguiente ciclo.

Si después de la canícula no llueve, conjugado con un menor nivel a la presa al nivel que en estos momentos tiene, no se garantiza el riego de octubre 2018 a mayo 2019

“Necesitamos alrededor de 600 millones de metros cúbicos para un ciclo completo y ahorita hay 480 millones”, expuso.

Bajo estas condiciones -expuso- el próximo año el campo oaxaqueño estaría en las mismas condiciones de emergencia que lo registrado en el 2016 cuando la presa quedó a su nivel mínimo histórico por la sequía.

Esta tendencia obligaría como medida preventiva a las pérdidas, disminuir el número de hectáreas a sembrar. “Tendría que ser de manera pareja”.

La segunda medida a aplicarse es el cierre de la presa antes de tiempo es decir en febrero y no en mayo para garantizar al menos un cultivo. Confió en que el pronóstico cambie radicalmente para que la lluvia rompa la sequía.

“Necesitamos cuidar el agua. Decirles a los usuarios que es conveniente esperarnos y no que después suframos dos o tres meses sin agua”, declaró.