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Jaime GUERRERO
En promedio tres niñas, niños y adolescentes de Oaxaca intentaron cruzar la frontera hacia Estados Unidos sin la compañía de una persona adulta. De enero a septiembre del 2018, 1 mil 6 menores de edad se repatriaron; 879 viajaban sin compañía, seis tenían menos de 11 años de acuerdo con datos del Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM).
De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, los años con más repatriaciones desde México fueron 2015 y 2016, con 38 mil 514 y 40 mil 114 niños, respectivamente; de los cuales 20 mil 368 y 17 mil 557 viajaban solos.
De acuerdo con la información del IOAM, hasta septiembre, 805 menores oaxaqueños repatriados eran hombres y 201 mujeres.
Unicef México precisa que un motivo que orilla a la migración infantil es el deseo de mejorar su nivel de vida a través del desempeño de un trabajo, pero también puede ser por el deseo de escapar de la violencia familiar o de la explotación sexual.
La pobreza es el principal elemento que lleva a este sector de la población a exponerse en su viaje hacia la Unión Americana. Cuando el padre o la madre deciden migrar es porque requieren cubrir necesidades económicas. Al tiempo y las dificultades para el regreso, hacen que las hijas e hijos busquen reencontrarse y emprenden así la travesía.
En ambos casos los riesgos son los mismos y mayores que años atrás. La Unicef señala que al recrudecerse los controles migratorios en la frontera de los Estados Unidos el desvío de flujos migratorios se hace hacia zonas más inseguras para evadirlos y la contratación más frecuente de traficantes de personas, pone en peligro la vida de la población migrante.
Los niños que deciden cruzar la frontera sin compañía pueden sufrir graves violaciones a su integridad física y a sus derechos humanos que va desde sufrir accidentes (asfixia, deshidratación, heridas) hasta ser víctimas de redes del crimen organizado; explotación sexual o laboral; sufrir maltrato institucional en el momento de la repatriación o perder la vida en el momento del tránsito y cruce, entre muchas otras cosas.
La población infantil que migra sola, agrega la Unicef, “se encuentran en un estado permanente de violación de derechos ya que, además de los riesgos que enfrentan, interrumpen sus estudios regulares, lo cual frena sus posibilidades de desarrollo y, por supuesto, no disfrutan de derechos básicos como el derecho a la alimentación, a la salud, a vivir en familia, entre otros”.