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Jaime GUERRERO
Tomasa López Pérez lleva un año y dos meses buscando a su hijo Luis Alberto López Hernández, desaparecido el pasado 23 de febrero de 2020 y su desesperación la ha llevado a difundir su búsqueda en paletas de caramelo que obsequia en el Zócalo Capitalinohasta la comunidad de San Lorenzo Texmelucan, donde fue contratado como chofer y desde ese viaje que realizó no lo han vuelto ver.
El joven de 34 años de edad es originario de Zimatlán de Álvarez. Las autoridades sólo han informado a la familia que existe un plan de búsqueda, que hasta el momento no ha dado resultados positivos.
Además de interponer la denuncia por desaparición ante la Fiscalía de Oaxaca, acudieron a la Secretaría General de Gobierno en fueron canalizados por Enrique Lira Vázquez, quien se comprometió a entablar una mesa de diálogo con las personas de la comunidad en donde desapareció su hijo, sin embargo, desde el 8 de enero de 2021 a la fecha no han tenido respuesta. “El señor ya no nos contesta, ya no nos recibe. Estamos en espera”, dijo.
“Cada día es despertarte y saber a dónde vas a ir a buscar, quisiera mover cielo mar y tierra, pero desafortunadamente no tenemos los recursos, las autoridades no nos apoyan, en mi caso quisiera ir al lugar en donde mi hijo desapareció y mover piedra por piedra para encontrarlo”.
“Me ilusionan, me dicen que están en proceso dé, pero veo pasar el tiempo y simplemente no veo resultados. Por eso pido a las autoridades que se toquen el corazón y ayuden a encontrar a mi hijo”.
Tomasa, se ha agrupado en el Colectivo Oaxaqueño Unidos Exigiendo Justicia, para iniciar una jornada de búsqueda en el municipio de Oaxaca de Juárez.
Desde Zócalo Capitalino, obsequia paletas con la foto de su hijo y pide a la ciudadanía compartir la fotografía para que de esta manera pueda llegar a tener algún dato que lleven a dar con el paradero de Luis Alberto quien se dedicaba a la reparación de aparatos electrodomésticos y a la realización de tatuajes.
“Soy una madre desesperada, tengo una familia destruida, tengo una familia incompleta, una familia en donde cuando nos sentamos a la mesa esa silla está vacía y lo peor de todo es que, no sólo es la silla, es parte de mi alma y una parte del corazón que me arrancaron, me arrancaron sin piedad y por eso lo ando buscando y no voy a detenerme, no voy a parar hasta encontrarlo así tenga que mover piedra por piedra de cada lugar que yo visite buscando a mi hijo”.