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Maira Ricárdez

El ocaso de octubre es el momento propio para recibir la mítica y respetada tradición de los nacidos en la Sierra Mazateca de Oaxaca: hablamos de los huehuentones.

En los últimos días de octubre, cuando el cementerio se abarrota de flores propias de esta temporada de fieles difuntos, esta localidad de la región Cañada rememora con especial ahinco a las personas que murieron no por enfermedad o por vejez, sino en circunstancias delicadas, accidentes, asesinatos, ahogamientos.

La Sierra Mazateca en este periodo Santa María Chilchotla, Huautla y Santa Cruz, viven con peculiar fervor este periodo en evocación al inframundo, son fiestas en honor a todos los santos, en honor a los fieles difuntos, el pueblo las vive con la firme convicción de que en estos días,  las almas de estos difuntos obtienen una licencia especial para regresar a la tierra, para volver a casa y compartir con su seres queridos, es el Representante del Grupo de Huehuentones, Chájma Chá-Mo, Sabás Miranda Pineda.

Huehue es un vocablo nahual que se refiere a “viejo” o “anciano”, se remite al Dios del fuego ancestral Huehueteotl, y ese dios viejo se asocia al Sol. Un huehuenton es un alma vieja que se atavía a semejanza del sol dicen ellos, para bailar entre los vivos.

Personas de todas las edades, niños y niñas, hombres y mujeres se dan cita en el panteón cada año, se dice que quienes participan en este evento ceremonial tienen el compromiso de guardar su propia alma por un momento y guardar en su cuerpo el alma de un difunto, es como desprenderse de si mismo relatan los participantes.

Quedan de lado los lazos de amistad ó sanguíneos que hayan tenido con el difunto, como tampoco importa quien es la persona que caracteriza al huehuenton que en ese momento le dará cobijo al alma del difunto; el objetivo es cumplir entre iguales, aprovechar la concesión para traspasar el umbral del misterio que implica la otra vida.

Una vez que el alma del difunto entra en la de un huehuenton, el personaje se olvida de si mismo, de su nombre, su persona y su vida, está transformado ahora en quien bailará durante estos días sagrados para ellos, los bailes de los huehuentones se prolongan hasta los primeros cinco días de noviembre, ante las ofrendas en honor a los difuntos,  a cambio recibirá comida, fruta, bebida y aguardiente.

La música que acompaña este rito de los huehuentones acopia varios sones, la base son los acordes de guitarras y violines, que recrean la atmósfera esperada, nadie que escuche un son de huehuenton quedará impune del sentir emocional ante este festejo mistico, relata el maestro, aún si no conoce el idioma mazateco.

Es importante señalar que los huehuentones deben cuidar mucho el sigilo de su identidad, con si traje buscan anular cualquier indicio que pueda hablar de quienes son en la vida cotidiana, la mujer viste de hombre, el hombres de mujer, cubren su rostro con las tradicionales máscaras de viejo, fingen la voz e inician el ritual que generosamente brindan a sus paisanos para permitir este paisaje donde los Mazatecos pueden vivir el paisaje más feliz del año, el reencuentro con esa gran alma de aquel de quien tuvo que desprenderse de manera inesperada.

Hacía el quinto día de noviembre el portal del inframundo está por cerrarse, es tiempo entonces de regresar al campo santo y devolver el alma que el huehuenton encarnó en estos días de jubilo y misticismo, recuperarán ahora su propia alma a su cuerpo con la satisfacción de haber vivido el círculo ritual virtuoso completo en esta espiral eternaentre vida y muerte.