#RedacciónOaxaca
Maira Ricárdez
La misa concelebrada al medio día de este martes, encabezada por el arzobispo de Antequera-Oaxaca, Pedro Vázquez Villalobos, coronó la celebración del Señor del Rayo, el Cristo que habría sido traído de España en el siglo XVI y colocado en el templo de San Juan de Dios, pues este recinto fungió como Catedral mientras se construía el recinto oficial., hoy, todos los festejos se desarrollaron en la Catedral de Oaxaca de Juárez ubicada en la explanada adyacente al zócalo de la ciudad.
Desde una noche antes los feligreses devotos de la imagen llegaron de diversos puntos de la ciudad y de las colonias de la zona conurbada al centro, lo mismo que de localidades de los Valles Centrales del Estado; llegaron hasta el recinto decorado con vistosas flores en diversos colores y aromas, no hubo espacio principal que no fuera alcanzado por las guirnaldas naturales tejidas para el festejo, lo mismo que arreglos colocados a lo largo de los pasillos, todos los rincones ofrecieron cobijo a los miles de católicos que realizaban sus muy personales peticiones al Señor del Rayo.
El Arzobispo convocó a los asistentes a la misa de 12 a seguir las enseñanzas de Jesús siempre abonando a la paz que tanta falta hace en la entidad y en el país, dijo, “se desea la gracia y paz en la ciudad de Oaxaca, en sus pueblos y comunidades, que pare la violencia, muertes y asesinatos”.
De acuerdo a la historia ofrecida en el espacio digital de la propia Catedral de Oaxaca, una vez cayó un rayo en un día despejado y sin nubes, esto provocó que el templo de San Juan de Dios cayera en llamas incendiándose completamente, que en esa época tenía un techo sencillo de madera. Sin embargo, a pesar de que ardió todo en el interior, lo único que no se quemó fue el Cristo, que sólo se oscureció. El hecho extraño a la gran mayoría que no daban crédito a lo que vieron. La fe movió a la gente y desde ese día es venerado.
Posteriormente se traslado a la catedral hasta su capilla donde se le dio el nombre del Señor del Rayo en conmemoración a ese milagroso día, y desde entonces uno a uno se acerca al altar a rendirle culto a la milagrosa figura del Cristo crucificado.