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Maira Ricárdez

Este 11 de diciembre se cumplieron 31 años de la Declaratoria del Centro Histórico de Oaxaca y del espacio arqueológico de Monte Albán como Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad, fue el 11 de diciembre de 1987 cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) otorgó a Oaxaca este título nobiliario, este año no hubo ningún tipo de festejo por parte del Municipio de la Ciudad de Oaxaca o del Instituto Nacional de Antropología e Historia que en teoría custodia Monte Albán.

Fue el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos (ICOMOS), en voz de su Presidente en Oaxaca, Martín del Castillo, quien habló de lo valioso de este título que reconoce estos espacios emblemáticos como el rostro de la integridad de Oaxaca y la forma en que eleva la posibilidad del uso y disfrute cultural.

El nombramiento como Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad dota a Oaxaca a la vez de grandes posibilidades económicas, pues abre el segmento para potenciar ambos iconos como referente internacional, abre la ventana para un turismo exclusivo que viaja, recorre e invierte.

El especialista no omitió referirse a conductas nocivas que dañan este patrimonio de la humanidad como es el vandalismo, no son hechos privativos de Oaxaca, sucede en todo el país e incluso del mundo, la ignorancia lastima señaló, y cuando no se conoce la historia podemos actuar de manera irracional; toda protesta o forma de manifestación es válida, siempre y cuando respete el entorno y en este caso algo tan valioso como lo es la integridad de los inmuebles históricos que representan nuestras raíces.

Sobre estos 31 años de la declaratoria, es importante mencionar que la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO es un legado de monumentos y sitios de una gran riqueza natural y cultural que pertenece a toda la humanidad. Los Sitios inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial cumplen una función en el planeta, de símbolos de la toma de conciencia de los Estados y de los pueblos acerca del sentido de esos lugares y emblemas de su apego a la propiedad colectiva, así como de la transmisión de ese patrimonio a las generaciones futuras.