DULCE VENENO
03-NOV-2019

El presidente está enojado y eso no es bueno.

Además de los que el llama sus adversarios, conservadores o francamente enemigos, el presidente debe cuidarse de los tropiezos o yerros de sus colaboradores, el gabinete no le ayuda; Bartlett y la contraloría no abonan a la lucha contra la impunidad. Alfonso Durazo y Alejandro Gertz Manero No bajaron los índices de delitos, al contrario provocaron una crisis legal, política y social, por la pifia de Culiacán y de paso tensaron la relación con las fuerzas armadas.

La Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ausente de casi todas las responsabilidades de la política interna, exhibe ingenuidad, inconsistencia o hipocresía ante el laberinto constitucional que edificó el desplante del gobernador Bonilla.

Los gobernadores de MORENA no le ayudan; el mismo Bonilla en Baja California, Cuauhtémoc Blanco en Morelos, Cuitláhuac García en Veracruz son un lastre para la transformación que propone El presidente López Obrador.

Los presidentes municipales de MORENA no le ayudan, como ejemplo los de Juchitán, Salina Cruz, Matías Romero, San Jacinto Amilpas, Tehuantepec y Tlacolula en Oaxaca, no solo no resuelven problemas sociales, ellos mismos los promueven.

Los de su partido, MORENA, no le ayudan, la elección interna sacó a flote las practicas de caudillos y tribus y el mismo presidente debió frenar a Porfirio Muñoz Ledo y a Dolores Padierna, lo mismo que a Yeidckol Polevnsky y a Mario Delgado, en algunos casos tuvo que desmentir o corregir a senadores y diputados excitados por el poder o acelerados en sus pretensiones transformadoras.

El presidente esta enojado, y eso no es bueno; subió de nivel la artillería verbal en contra de quienes le señalan los pendientes y de pasó metió en el mismo costal a los reporteros, abrió un nuevo frente de guerra ante la demostrada ineficacia, de Jesús Ramírez Cuevas, el coordinador de Comunicación Social de la presidencia.

No es por molestar al presidente, pero los mexicanos deberíamos tener otras preocupaciones más allá del estado de animo del mandatario. El crecimiento económico del país fue del 0.1%, es decir, no solo no creció, sufrió una dolorosa caída. La ubre de PEMEX se secó y ahora enfrenta deudas, deterioro y problemas logísticos. La recaudación fiscal se desbarrancó y la recesión económica mundial amenaza la fragilidad de los proyectos de inversión nacional y pone nerviosos a los especuladores de los mercados de valores, y eso tampoco es bueno para México.

El presidente López Obrador llegó con una altísima legitimidad ganada en las urnas y en la confianza de los mexicanos, 30 millones de votos le dieron el control absoluto de la Cámara de diputados y la Cámara de Senadores, abarcó todos los espacios del poder, los gobiernos y los congresos estatales, la Fiscalía General de la República y tiene a raya a la suprema Corte de Justicia de la Nación.

Con todo y eso, Salvo el reparto de dinero de manera directa a los beneficiarios y las lecciones de historia, A casi un año de la toma de posesión, el presidente y su gabinete parece que no han podido explicar el rumbo de la nación.