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Jaime GUERRERO
Héctor Anuar Mafud Mafud se fue de la Secretaría General de Gobierno (Segego) por la puerta trasera, cargando el desprecio de sus compañeros de gabinete con quienes nunca supo trabajar en equipo, así señala más de uno.
Además, según integrantes del Gabinete; se va con la vergüenza de que se hayan descubierto traiciones y deslealtades al gobierno que lo cobijó; además, entre versiones que circulan en los corrillos políticos, donde se comentan presuntos beneficios económicos obtenidos al amparo de inconformidades fabricadas.
La Segego, una dependencia que fue en su mejor momento el lugar desde donde se mantenía la estabilidad, la gobernanza y la paz de Oaxaca, terminó convertida en una cueva de traidores, donde promueven y alientan el “negocio de la protesta” de los cientos de organizaciones mal llamadas “sociales”, que sólo son parásitos del presupuesto público y reiterados violadores de los derechos ciudadanos.
Era tan notorio el amasiato con esas organizaciones, que cada vez que corría el rumor de la salida de Mafud Mafud, estas agrupaciones cuasi delincuenciales, se movilizaban bloqueando calles, organizando marchas y protestando por cuanta demanda se les ocurriera.
Incluso llegaron al absurdo de abogar por él, de pedir que su negociador preferido continuara en el cargo.
Combinó su quehacer político y su paso por la administración pública, con su faceta de escritor de cuentos y hasta pintor, por la que obtuvo el reconocimiento de algunos allegados, sin embargo, a su frustración por destacar en el ámbito cultural se sumaron las burlas de políticos y periodistas, quienes le apodaron “Mafud, el cuenta cuentos” por la incompetencia y la abulia para atender la alta responsabilidad de su cargo.
Mafud Mafud no supo renovarse, ni retirarse a tiempo; terminó aislado, anquilosado en la Secretaría General de Gobierno, convirtiéndose, en su interior, en eterno aspirante a gobernador, un ‘sueño guajiro’ que le ha quitado la paz y le provoca desvelos.
Quiso el poder y ahora sólo le ronda el fantasma del ostracismo político.
Se acabó el tiempo de los chantajes y los berrinches, de la puñalada trapera de organizaciones sociales; quien llegó al cargo (Francisco García), está obligado a iniciar una nueva época en la Segego, donde tendrán la complicada tarea de recoger el gran tiradero que les dejan.